La obtención de tintes naturales es una actividad que ya se realizaba antes de la llegada de los españoles a América. En el contexto indígena, el vestuario y el uso de accesorios cotidianos y rituales ligado a la destreza técnica de las telas representaban el status del portador. Por ejemplo, Los chimú del Perú (900 -1400 D.C) utilizaban los unkos, camisas de algodón finamente tejidas como parte del atuendo en un código textil desarrollado para que de acuerdo a los atuendos, fuese posible distinguir a los gobernantes del resto del pueblo.
Más tarde, durante el período incaico esa costumbre se sofisticó aún más hasta llegar a ser un referente visual que informaba la jerarquía social y la actividad desempeñada; una muestra de ello son los tocapus que eran pequeños cuadros o tapices, empleados únicamente por la nobleza.
Fuente de color El conocimiento del contexto, la tradición y la repetición de los procesos de tintorería por miles de año hizo que los precolombinos desarrollaran una gran variedad de colores y tonos a partir de colores primarios como el rojo, el azul y el amarillo. Básicamente las fuentes de color están en el reino vegetal, animal y mineral.Mundo vegetal: Corteza, hojas, frutos son fuente de color, algunos de ellos son: hojas y flores de azafrán; mastuerzo usando hojas y tallos (amarillo). Chilca para obtener amarillo y verde.Tuberculos de papa morada y negra; añil y muehlembeckia para obtener azul (esta última también fue empleada como mordiente). Dividivi, aliso, chilca y retama. Tara para obtener tonos marrón.Mundo animal: Cochinilla, moluscosMundo mineral: Barro, rocas.
Tenían un vasto conocimiento en la utilización de los mordientes; utilizaban el alumbre, nitro o salitre y sulfatos o arcillas ferrosas (origen mineral); Muehlenbeckia volcanica, collpa, pomarrosa, palta, algarroba, chicha fermentada y ceniza de quinua, Schinus molle, espino, aromo, Acacia farnesiana, maíz (origen vegetal) y orina (origen animal)[1] que les permitía virar los colores para obtener diferentes gamas con la misma fuente.
Latinoamérica y tintes naturales
Hoy en día en Latinoamérica se conservan las tradiciones para tinturar lana, pajas y palmas en algunas comunidades de Colombia (Sinú, Páez, Guambianos, Wounaan) y a lo largo de toda la franja de territorio incaico, desde Pasto en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia hasta Talca en Chile. También se conservan en algunas partes de México (https://www.threadcaravan.com/book-a-trip/#oaxaca-weaving) entre otros.El testimonio vivo de los ancestros vibra en la artesanía. Si, la artesanía indígena y tradicional de cada país que posee en su ADN el alma de sus ancestros. Este artículo ha sido escrito entre Quito y Lima. Las semejanzas entre la iconografía me impresionan; de la misma forma que he quedado impresionada por lo vivido en Quito, Otavalo, Cayambe y Lima. La destreza técnica en la piezas textiles de Otavalo y Lima, para mí, son como un puente entre el pasado y la actualidad. Las huellas que han dejado las culturas precolombinas al relacionarse con el medio ambiente me causan admiración y me llevan a preguntarme, ¿cómo puedo cuidar mis huellas?